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martes, 5 de octubre de 2010

Las 10 claves de la primera vuelta presidencial en Brasil

(Columna de opinión publicada el 4 de octubre de 2010 en el diario argentino Página/12. También puede leerse en portugués en la web brasileña Carta Maior)

Por Martín Granovsky
La mayoría de las encuestas daba ganadora en primera vuelta a Dilma Rousseff, la candidata del Partido de los Trabajadores y del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. No sucedió. También ésa era la percepción de la mayoría de los dirigentes del PT y de los miembros del gobierno, que ahora deberán replantearse la estrategia para la segunda vuelta del 31 de octubre. Y otra de las sorpresas fue el casi 20 por ciento obtenido por la candidata del Partido Verde y ex ministra Marina Silva. Sin embargo, el PT y sus aliados no enfrentan un cuadro desesperante. Lo muestran estos diez elementos de análisis electoral:

1 El Partido de los Trabajadores consiguió una base territorial de la que carecía. Desde el 1º de enero de 2011, cuando asuman junto con quien ocupe la Presidencia de la República, habrá gobernadores del PT en Sergipe, Bahía, Rio Grande do Sul y Acre, y también con altas probabilidades en el Distrito Federal, Brasilia, luego de la segunda vuelta. Los aliados del PT ganaron, entre otras, las gobernaciones de Rio de Janeiro, Pernambuco, Ceará, Maranhao, Piauí, Mato Grosso, Espirito Santo y Mato Grosso do Sul. Rio y Pernambuco (donde nació Lula) figuran por población entre los principales del país.

2 Por el triunfo en las gobernaciones, el PT y sus aliados, principalmente el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), tendrán mayoría en el Senado. Solo el PT pasó de 8 a 16 senadores. La coalición oficial amplió el número en la Cámara de Diputados, aunque los cálculos más finos habrá que hacerlos hoy con los resultados finales y el recuento Estado por Estado.

3 El Partido de los Trabajadores mejoró sus números en el Estado de Sao Paulo pero no triunfó. José Serra, del Partido Socialdemócrata Brasileño, de centroderecha, le ganó a Dilma por 41 a 37. Es un pobre desempeño de Serra, que en el último debate se jactó de su mayor experiencia de gestión y recordó que fue intendente de la capital del Estado y gobernador paulista, cargo que recién dejó este año para convertirse en candidato a presidente. En elecciones para gobernador, cerca de la medianoche de ayer el petista Aloizio Mercadante estuvo a punto de obtener el logro histórico de pasar a segunda vuelta, cosa que había ocurrido en 2002 durante la disputa entre el petista José Genoino y el PMDB Gerardo Alckmin. Pero ayer el integrista Alckmin, candidato de Serra, superó por décimas el 50 por ciento. Serra fue quien perdió en las dos vueltas de las presidenciales de 2002 contra Lula. Alckmin ocupó el puesto de perdedor en las dos vueltas de 2006.

4 El PT ganó la gobernación en otro de los Estados importantes, Rio Grande do Sul, con uno de sus principales dirigentes de nivel nacional: el ex ministro Tarso Genro, que terminó con una impresionante diferencia de 30 puntos sobre el segundo (un dirigente del PMDB) y de 36 puntos sobre el tercero, del PSDB. También ganó allí Dilma sobre Serra, pero solo por seis puntos. Traccionar parte de los votos de Genro para Dilma es uno de los desafíos nacionales para el ballottage.

5 Rio de Janeiro plantea un problema serio para el PT. Dilma ganó en las presidenciales con el 43,76 por ciento, pero Marina Silva obtuvo nada menos que el 31,52. Un aliado petista, Sergio Cabral, ganó en primera vuelta por un aplastante 66 por ciento de los votos. También aquí debería jugar la tracción, que como en cualquier país del mundo, incluida la Argentina, no es un fenómeno ni sencillo ni automático.

6 Minas Gerais sigue siendo, de los grandes Estados, el más resistente al PT en términos locales, porque se impuso el PSDB de Serra en primera vuelta. Sin embargo, Dilma también ganó en la pelea por la presidencia por una diferencia importante: 47 contra el 31 de Serra. Marina Silva hizo una gran votación, con el 21,26.

7 Dilma obtuvo aproximadamente el mismo porcentaje de votos que Lula en las primeras vueltas de las presidenciales de 2002 (46 por ciento) y 2006 (47 por ciento): casi el 47. Es verdad que en buena medida los votos se deben al crecimiento económico, a la importancia internacional de Brasil, a la justicia social y al propio Lula. Pero Dilma no tiene ni el carisma ni la popularidad de Lula. En febrero de este año, cuando Lula pidió su proclamación como candidata al Cuarto Congreso del PT, su intención de voto era menor que la de Serra y su nivel de conocimiento era bajo. Por eso eso su resultado de ayer es interesante: obtuvo 47 millones de votos en elecciones libres.

8 Marina Silva hizo una gran elección, con el 19,4 por ciento de los votos, y dio el batacazo. Ninguna encuesta previó ese resultado. Es posible que la ex ministra de Lula deje en libertad a sus electores, con lo cual una parte podría votar en blanco (y favorecer de hecho a Dilma, porque siempre el primero se beneficia del voto en blanco al aumentar los votos válidos) y otra repartirse entre Dilma y Serra. En ningún lugar del mundo 20 millones de votos de la primera vuelta se mueven en bloque para la segunda. Si Marina concentró el voto disgustado con el PT, al que no le parecía fashion votar a Serra o a candidatos aún más conservadores, habrá que ver en la segunda vuelta cuánto hay de disgusto entusiasta y cuánto de temor al regreso de un presidente ligado, como Serra, a la estagnación de Fernando Henrique Cardoso.

9 El PSDB retrocedió notablemente en gobernaciones y en el Senado. También fue importante el retroceso de varios de los antiguos coroneles (los jefes territoriales de la derecha esclavófila) que quedaron borrados en el nordeste.

10 Lula seguirá siendo clave en la construcción de la victoria. No solo hará campaña sino que, según confiaron anoche dirigentes del PT, se ocupará aún más del diseño fino de los días que faltan hasta la segunda vuelta. Tiene, como mínimo, cinco desafíos: seducir a votantes de Marina Silva, mejorar las cifras del PT en Rio y Sao Paulo, lograr que voten los abstencionistas del nordeste (que alcanzaron cifras de hasta un 20 por ciento), convencer a militantes y electores de que no haber ganado en primera vuelta dista de ser una derrota, porque obviamente fue una victoria, y reforzar la percepción de que lo alcanzado socialmente en los últimos ocho años puede perderse en un día.

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