Por Martín Granovsky
En la Argentina, el PJ está ahí, a la vista, pero nunca se ve del todo. En esta nota, PJ significa “Poder Judicial”, no “Partido Justicialista”. Molesto con la opacidad, el ministro de la Corte Suprema Eugenio Raúl Zaffaroni tiene un plan para que el PJ sea transparente: ya está montando en la Corte un instituto multidisciplinario que por primera vez investigará a la propia Justicia.
“Hay una secular tradición judicial de mantener en reserva la propia actividad judicial”, dijo Zaffaroni a Página/12.
“Es como si el Poder Judicial tuviese la tendencia a dar la misa en latín y de espaldas”, agregó.
En la Iglesia católica, la misa en latín y de espaldas terminó con el Concilio Vaticano II, que sesionó entre 1962 y 1965. Cuando el papa Juan XXIII lo convocó, en 1959, tenía un objetivo claro: “Quiero abrir las ventanas de la Iglesia para que podamos ver hacia afuera y los fieles puedan ver hacia el interior”, dijo.
Entre otras reformas, el Vaticano II impuso la misa con el sacerdote oficiando de frente a los feligreses y en el idioma de cada pueblo.
El PJ es, quizás, el poder con más información a la vista. Es cierto que, en parte, los papeles terminan como alimento para ratas. Los ratones de biblioteca suelen quedarse sin alimento espiritual. Pero la propia estructura burocrática deja al descubierto, entre otras informaciones disponibles, el nombre de jueces y fiscales, los fallos, el origen social de víctimas, victimarios y testigos, la forma de incorporación de funcionarios y empleados, su origen social, el tipo de carrera que desempeñan y cómo ascienden, quién gana los concursos y qué estudios de abogados huelen con mayor frecuencia la carroña de las quiebras.
Sin embargo, los historiadores no trabajan sobre el PJ, y tampoco los sociólogos y antropólogos. No hay una Historia del PJ. Ni oficial ni oficiosa. Ni crítica. No hay un buen estudio sociológico sobre los jueces. Y material sobra: quien lo dude puede tomar, por ejemplo, la información sobre asuntos judiciales publicada durante los 23 años de este diario.
Según Zaffaroni, “por suerte la tendencia a la reserva se va revirtiendo y hoy la gente conoce cada vez más acerca de la tarea y actividad concreta del Poder Judicial”.
“Es importante ver que los jueces que salen por concurso van configurando un nuevo perfil más abierto a la comunicación pública, y también lo es que la gente sepa más acerca del funcionamiento y dificultades de los jueces, que conozca los debates y las posiciones internas y que pueda ejercer el control público como respecto de cualquier otro poder”, dijo el ministro de la Corte.
La puesta en marcha del ente que se llamará Instituto de Investigaciones y de Referencia Extranjera de la Corte Suprema se produce luego de un acuerdo de los siete ministros del tribunal. El 29 de diciembre último una acordada señaló que “es indispensable recurrir a la investigación interdisciplinaria –que excede en gran medida la estrictamente jurídica–- para resolver problemas del propio Poder Judicial ilustrando decisiones de gobierno de esta Corte en temas complejos”. Añadía que la investigación también serviría para, “en el marco de las relaciones con otros Poderes, emitir opiniones de carácter técnico acerca de las reformas necesarias destinadas al mejor funcionamiento judicial y que deben ser resueltas por los otros poderes, toda vez que resulta insuficiente y hasta negativo el empleo de conocimientos meramente empíricos u opinables sin sustento de verificaciones llevadas a cabo con metodología depurada, con lo cual se cae en el simple método de ensayo y error”.
El Instituto funcionará en coordinación con la Biblioteca, que a su vez también encara un plan de digitalización, apertura y contacto con otras bibliotecas de la Argentina y del mundo.
La iniciativa obedece a un convenio marco que firmaron ya el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, y Zaffaroni con el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, y con el diputado Juan Carlos Gioja, presidente de la comisión bicameral encargada de la Biblioteca del Congreso.
La biblioteca de la Corte cuenta con 60 mil libros, y la hemeroteca con mil títulos.
Una de las novedades es que la nueva dinámica no sólo se propone preservar el patrimonio sino salir a comprar el que suele dispersarse en el comercio de libros y archivos antiguos. La Corte dice que así “se desarman importantes bibliotecas jurídicas, que se pierden para el país o pasan a manos de coleccionistas privados, lo que impide o dificulta la consulta de los investigadores”.
También comprará obras argentinas y extranjeras en el exterior.
En la Corte, la coordinación de los nuevos planes estará a cargo de Zaffaroni.
La estructura funcionará en contacto permanente con un Comité Científico Honorario.
Ver nota en www.pagina12.com.ar
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